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Toda persona que sea capaz de diferenciar entre los bueno y lo malo (y eliga lo bueno) podra saber crear un mundo de satisfacciones a su alrededor

jueves, 23 de diciembre de 2010

Fiesta de La Pachahuara Acolla-2010

LA PACHAHUARA O EL HIMNO NACIONAL DE ACOLLA
DANZA DE ESCLAVOS DE NAVIDAD. Es una fiesta que, sin lugar a dudas, se deriva de la representación cristiana del nacimiento de Cristo y el reencuentro de la "mama pacha".
Hablar de Navidad en el valle de Yanamarca significa referirse a la
PACHAHUARA DE ACOLLA
En efecto, el colorido y elegancia de sus vestimentas y la siempre renovada belleza de la música, lo han colocado en primer plano entre sus similares, que constituyen la atracción y la investigación de propios y extraños. Porque LA PACHAHUARA, sirve de marco y estímulo para la expresión del auténtico arte popular y la solidaridad comunitaria.
Danza que, como los shapish, no podría ser ejecutada por quienes no sean oriundos del lugar, que la han conservado por años. Solamente los Acollinos pueden expresar, a través de la danza, la transcendencia y el contenido espiritual que fusiona todo un pueblo, heredero de orgullo y tradiciones. Esto indica también que la danza folklórica expresa profunda significación.
ORIGEN: Esta danza que se presenta todos los años entre el 25 y 30 de
Diciembre, tuvo su origen en Acolla, distrito líder, en donde nació según el historiador Javier Pulgar Vidal: "EL PRIMER MOVIMIENTO DE EDUCACION COMUNAL EN EL PERU: LA PACHAHUARA".
Surge como recuerdo y perennización del sufrimiento de los negros y esclavos de la hacienda de Yanamarca y se institucionaliza en 1870, esparciéndose por todas las comunidades de este ubérrimo Valle y otros pueblos como Tarmatambo, Sincos, Paca, Huertas, Masma, etc.
Lo que se conoce como negrería, etimológicamente proviene de dos voces quechuas: PACHA que significa tierra y HUARA que se traduce por alba o nuevo amanecer, el significado total podría ser "tierra que amanece" o "el amanecer de la tierra", que fortifica el espíritu por la alegría de la libertad alcanzada.
Explicado de esta manera: "el trabajo sin medida ni tiempo que realizaba y al anunciar la aurora se anunciaba, paralelamente, un nuevo día de esperanza y alegría, ya no de esclavo sino del campesino de hoy y siempre". En la danza de la pachahuara, en conjunto, se aprecia un espectáculo de excepcional riqueza, fuerza telúrica y deslumbrante simbología.
COREOGRAFIA: La coreografía es importante porque representa dos
aspectos de la esclavitud. La pasión es lenta y pausada. El pasacalle, que
es movido, comprende rápido desplazamiento, ligero movimiento de
brazos y pie del danzarín, complementados con pequeños y rápidos
saltitos, muy acompasados.
Esto representa, magistralmente, la ESCLAVITUD, con toda su crudeza y realidad y LA LIBERACION O LIBERTAD. Fases que se bailan con música de tonalidad singular y característica única, solamente interpretada con músicos Acollinos o del valle de Yanamarca que conformaban las famosas bandas de este pueblo llamado ACOLLA, TIERRA DE MUSICOS.
VESTIMENTA: Es la más lujosa de la región, de colores vivos de
terciopelo, de paño del caso y del cotón, complementados con relumbrante pedrería. Llevan un sombrero de paja fina, adornado en la parte delantera, con un penacho de plumas multicolores. Cubre el rostro de éstos una máscara de charol color negro, cachimba, guantes de cuero de color negro, campanillas y paraguas.
En  la PACHAHUARA, no se sabe que admirar más: sí la galanura y originalidad de los entusiastas bailarines, o lo típico de sus tavillos ricamente orlados.

martes, 7 de diciembre de 2010

El cuarto Rey Mago (Artabán)

El zigurat de Borsippa, con sus altos muros y siete pisos, era el punto de encuentro de los cuatro reyes e inicio de la travesía conjunta. Hacia allí acudía Artabán, con un diamante protector de la isla de Méroe, un pedazo de jaspe de Chipre, y un fulgurante rubí de las Sirtes como triple ofrenda al Niño Dios, cuando topó en su camino un viejo moribundo y desahuciado por bandidos: interrumpió el rey su viaje, curó sus heridas y le ofreció el diamante al viejo como capital para proseguir el camino. Llegado a Borsippa, sus compañeros de viaje habían partido.
Continuó en soledad en pos de su destino, pero arribado a Judea, no encontró ni a los Reyes ni al Redentor, sino hordas de soldados de Herodes degollando a recién nacidos: a uno de ellos, que con una mano sostenía a un niño y en la otra blandía afilada espada, ofrece el rubí destinado al Hijo de Dios a cambio de la vida del niño. En esta actitud es sorprendido: es apresado y encerrado bajo llave en el palacio de Jerusalén.
Treinta años duró el cautiverio, y fueron llegando ecos de los prodigios, consejos y promesas de un Mesías que no era sino el Rey de Reyes al que fue a adorar. Con la absolución y errando por las calles de Jerusalén, se anunció la crucifixión de Jesucristo; encamina sus pasos al Gólgota para ofrecer la adoración largamente postergada, cuando repara en un mercado en el que una hija es subastada para liquidar las deudas su padre. Artabán se apiada de ella, compra su libertad con el pedazo de jaspe, la última ofrenda que le quedaba es ofrecida y Jesucristo muere en la Cruz: tiembla la tierra, se abren los sepulcros, los muertos resucitan, se rasga el velo del templo y caen los muros. Una piedra golpea a Artabán y entre la inconsciencia y la ensoñación, se presenta una figura que le dice: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste”. Desorientado y exhausto pregunta: “¿Cuándo hice yo esas cosas?”, y con la misma expiración recibe la respuesta: “Lo que hiciste por tus hermanos, lo hiciste por mí”. Con él se elevó a los mismos cielos que en su juventud le guiaron en pos del Destino finalmente alcanzado.
Fuente: Wikipedia

sábado, 4 de diciembre de 2010

Historia de Navidad

Había una vez un precioso país, situado al Sur, muy al Sur, y al Oeste, muy al Oeste, de Europa; más bien parecía un cruce de caminos, un escalón hacia el Norte, hacia el Sur, hacia el Saliente y hacia Poniente.
         Pues bien, en aquel país había un “Cole”, un colegio más, de tantos y tantos colegios repartidos por sus ciudades y pueblos.
         Las clases venían impartiéndose en sus aulas desde los comienzos del siglo XX. Siempre con toda normalidad; tanta normalidad que a veces se caía en la monotonía. Pasaron los años, los meses, los días, las horas y llegó el siglo XXI.
        A aquel país encrucijada de caminos, empezaron a llegar muchas familias de todos los puntos cardinales. Y con las familias niños y niñas con distintos idiomas, colores y costumbres. Y claro, las aulas de aquel hermoso y vetusto colegio se fueron llenando con aquellos niños y niñas que se unían a los que siempre habían vivido en aquel país.
        Los profesores estaban preocupados. Su labor ahora, se iba haciendo más difícil ante aquella diversidad. ¿Sería un obstáculo en su tarea?.
        Corría el mes de diciembre y como siempre llegaba la Navidad. Los profesores se reunieron en claustro. Allí se plantearían sus temores, sus preocupaciones y sus ganas de hacer las cosas cada vez mejor con aquellos alumnos y alumnas recién llegados. Se leyó el acta del Claustro anterior. Se aprobó. Y cuando iba a comenzar el gran tema que les reunía apareció por la puerta el conserje. Llevaba una gran cesta, de aquellas de Navidad, adornada con un hermoso lazo de color rojo.
        Dentro de la cesta, y colocadas de forma primorosa, un sin fin de frutas: piñas, naranjas, uvas, kakis, mangos, plátanos, lichis, manzanas, arándanos, frambuesas, kiwis, moras, peras, cerezas, papayas, dátiles...
        Se acercó a la gran mesa y dijo: “Miren, aquí les dejo este obsequio que acaban de dejar tres señores muy distinguidos y que no han querido decir su nombre”.

        Los profesores se quedaron gratamente sorprendidos.
        Hubo un silencio y alguien dijo: “Fijaos, todas frutas y todas distintas y qué bonita diversidad de tamaños, formas y colores. No sabría con cuál quedarme. Aunque si, creo que me quedaría con todas.
        Rieron todos la ocurrencia de su compañero.
        Se hizo de nuevo un breve silencio. Se miraron unos a otros, y un mismo pensamiento les unió y animó. Un pensamiento que pareció disiparles los temores, infundiéndoles ánimo y fuerza: “Eso eran sus alumnos y alumnas, un gran cesto de frutas preciosas y diversas que aumentaban su belleza y su valor estando juntas”.
        No escatimarían esfuerzos para lograr su desarrollo como personas iguales, aunque ello entrañara un sin fin de dificultades.
        La fuerza les vino por eso, porque era Navidad, y Navidad siempre ha significado comprensión, tolerancia y amor.